Estudio internacional revela el potencial ecológico de las zonas olvidadas de la franja costera
Solo un 2,5% de los estudios sobre infraestructura costera en el mundo considera la zona supralitoral, un espacio clave para la conservación de especies en peligro.

Un nuevo estudio internacional liderado por investigadores de Chile, Italia y Estados Unidos, publicado en la prestigiosa revista Trends in Ecology & Evolution, advierte que las zonas supralitorales —la parte alta de estructuras artificiales costeras como rompeolas y espigones, que solo reciben agua del mar durante tormentas o mareas extremas— han sido sistemáticamente olvidadas por la ciencia y las políticas de conservación.
De los 196 estudios analizados a nivel global sobre infraestructura costera, apenas el 2,5% ha incorporado esta interfaz terrestre-marina en su análisis, a pesar de su enorme potencial ecológico. Estas zonas, aunque no están permanentemente sumergidas, albergan una diversidad notable de flora y fauna, incluyendo especies en peligro de extinción.
“Los rompeolas no son solo obstáculos de concreto o roca: también pueden ser espacios donde aniden aves, se establezcan plantas nativas o se refugien especies amenazadas”, señala el Dr. Moisés Aguilera, investigador de la Universidad Adolfo Ibáñez y uno de los autores del estudio. Entre los hallazgos, se destacan registros de pingüinos de Humboldt, nutrias, aves como el gaviotín inca y más de 17 especies de plantas —tanto nativas como exóticas— en la parte superior de estas estructuras en países como Chile e Italia.
El trabajo propone un enfoque de “eco-infraestructura costera” (o Integrated Greening of Gray Infrastructure, IGGI), que considera rediseñar estas estructuras artificiales con criterios ecológicos: instalar plataformas para mamíferos marinos, nidos para aves, vegetación nativa y dispositivos para evitar la colonización por especies invasoras como ratas y gatos asilvestrados.
Además, destaca el rol clave que juega la conectividad entre tierra y mar. Si estas zonas se gestionan adecuadamente, pueden actuar como puentes ecológicos que sostienen tanto los ecosistemas costeros como la salud urbana. “Es fundamental restaurar los flujos de materia, organismos y energía entre ecosistemas terrestres y marinos, especialmente en contextos urbanos”, enfatiza Martin Thiel, investigador de la Universidad Católica del Norte y coautor del estudio.
En un escenario global marcado por el aumento de infraestructura costera debido la urbanización impulsados por el cambio climático, los autores hacen un llamado urgente a incluir la zona supralitoral en planes de manejo y conservación. Lejos de ser espacios marginales, estos hábitats costeros pueden transformarse en refugios clave para la biodiversidad, espacios educativos y áreas de contacto con la naturaleza para las comunidades costeras.
“La gestión inteligente de estas zonas puede marcar una diferencia no solo ecológica, sino también social y cultural. Es una oportunidad que no podemos seguir ignorando”, concluye Aguilera.