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Ex paciente de leucemia de Quillota vuelve a las ultradistancias para promover la donación de sangre

Esteban Olivares, corredor quillotano que finalizó su tratamiento de una leucemia promielocítica aguda en 2023, retomó las pruebas de ultradistancia con un objetivo claro: visibilizar la urgente necesidad de donantes de sangre y plaquetas en la región y el país.


El deportista quillotano Esteban Olivares volvió a las competencias de ultradistancia tras superar una leucemia promielocítica aguda, diagnosticada en plena preparación para una carrera de 100 kilómetros. Hoy, ya dado de alta y en controles médicos por los próximos cinco años, dedica su retorno al trail running a promover la donación de sangre, un recurso crítico para miles de pacientes oncológicos y de otras patologías.

Olivares fue diagnosticado mientras entrenaba en 2022 para una de sus pruebas más exigentes. El tratamiento se extendió por casi un año e incluyó 64 sesiones de quimioterapia y más de cien transfusiones. “Siempre visualicé volver a correr. Era mi motivación cuando estaba hospitalizado”, recuerda. A diferencia de muchos pacientes, su familia y amigos lograron reunir 143 donantes a través de campañas en redes sociales y coordinaciones con el Centro de Sangre de Valparaíso, lo que le permitió evitar la deuda de reposición que suelen enfrentar quienes requieren transfusiones.

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Esa experiencia marcó su nuevo propósito deportivo. Aunque ya no puede donar sangre, Olivares decidió transformar su participación en carreras de montaña en una plataforma para difundir la importancia de la donación altruista. Usa indumentaria alusiva al tema, mantiene contacto permanente con el Centro de Sangre de Valparaíso y participa en iniciativas que buscan educar y sumar voluntarios. “Quiero correr por quienes donaron por mí y por quienes hoy lo necesitan. El proceso es seguro, dura entre 30 y 45 minutos y los hombres pueden donar hasta cuatro veces al año; las mujeres, tres”, enfatiza.

El corredor advierte que la baja en las donaciones al término del calendario universitario —uno de los principales segmentos de donantes— genera una brecha crítica que afecta a hospitales y pacientes. Por ello, considera esencial instalar una cultura permanente de donación, similar a la existente en países como Francia o España, y no solo responder ante casos cercanos o emergencias. De hecho, no descarta impulsar iniciativas legislativas que fomenten esta práctica de manera sostenida.

Oriundo de Quillota, Olivares fue tratado en el Hospital Gustavo Fricke de Viña del Mar, centro que contaba con unidad de hematología cuando fue diagnosticado. Hoy insiste en acompañar a pacientes que atraviesan procesos similares y reafirma que es posible retomar la vida habitual después del cáncer. “Quiero demostrar que un paciente oncológico puede volver a hacer su vida normalmente y que la donación de sangre es fundamental para eso”, afirma.

Su mensaje es claro: donar salva vidas y puede convertirse en un hábito comunitario. Y su forma de transmitirlo es corriendo, tal como imaginó en los momentos más difíciles de su tratamiento.

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