Escuela Abel Guerrero Aguirre de San Pedro impulsa innovador proyecto de reciclaje e inclusión que reduce el ruido en las aulas
La comunidad educativa reutiliza pelotas de tenis y pádel donadas por clubes deportivos, logrando disminuir el ruido en las salas de clase y mejorar la concentración de los estudiantes, especialmente aquellos con condición del espectro autista.
Con el objetivo de generar ambientes de aprendizaje más tranquilos, inclusivos y sostenibles, la Escuela Abel Guerrero Aguirre de San Pedro, perteneciente a la Red de Educación Pública de Quillota, implementó un proyecto innovador que reduce significativamente la contaminación acústica en las aulas.
La iniciativa, impulsada por el profesor Juan Manuel Méndez González, consiste en reutilizar pelotas de tenis y pádel que son desechadas por los clubes deportivos, adaptándolas en la base de sillas y mesas para silenciar los movimientos del mobiliario escolar.
“Comenzamos a investigar y descubrimos que las pelotas eran desechadas. Decidimos darles un nuevo uso como silenciadores. Al medir con un decibelímetro, el ruido al mover una silla sin la pelota alcanzaba casi 80 decibeles, mientras que con la pelota instalada no marcaba nada”, explicó el docente.
El proyecto se desarrolló de manera colaborativa entre estudiantes, apoderados, docentes y asistentes de la educación. En total, se reunieron 1.300 pelotas que hoy están instaladas en todas las salas, el laboratorio y el comedor del establecimiento. “Ninguna pelota fue comprada. Todas fueron donadas gracias al compromiso de los apoderados y la comunidad. Los propios estudiantes participaron activamente en la instalación, aprovechando las horas del taller de ciencias”, agregó Méndez.
El director del establecimiento, Pablo Díaz Botarro, valoró la iniciativa, destacando su coherencia con el sello ecológico de la escuela: “Este proyecto ha generado un impacto muy positivo, especialmente en nuestros estudiantes del espectro autista, para quienes el ruido era una dificultad cotidiana”.
Los propios alumnos reconocen el cambio. Luis Vicencio, de quinto básico, afirmó que “me pareció bien, porque ayuda a los niños que tienen TEA, ya que no les molesta el ruido de las sillas”. Su compañero Gregorio Pinchart coincidió en que ahora “la sala está más tranquila”.
La comunidad escolar ya prepara la segunda etapa del proyecto, que contempla aplicar esta técnica a mesas más grandes y otros espacios del recinto, consolidando un compromiso sostenido con la educación inclusiva, innovadora y sustentable.






