Pluma digital: Certezas y desafíos del neo periodismo
Columna de opinión de Osvaldo Sánchez.
Una vez más, el ejercicio de esta profesión cuestionada constantemente, ha sido puesto bajo la lupa. Pero, a diferencia de otras oportunidades, la inquietud surge desde la propia trinchera del periodismo: son los mismos colegas quienes fiscalizan de manera feroz las labores realizadas por sus pares y con justa razón, pues los márgenes de la ética –principal reguladora del oficio- parecieran haberse difuminado o perdido en el tiempo. Si bien los principales obstáculos de los nuevos comunicadores suelen ser muy similares a los del pasado, la digitalización es protagonista de las nuevas disyuntivas, pues representa la identidad actual y futuro del periodismo.
Décadas atrás los problemas tenían que ver con decir o no la verdad, distinguir qué tipo de publicaciones merecían ver la luz pública y cuáles debían ser desechadas por atentar contra el rigor, vivir diferencias de opinión con los editores al momento de jerarquizar la información u otros similares. Hoy, en cambio, las dualidades morales y éticas que atraviesan los nuevos profesionales dan cuenta de una lucha contra el tiempo. Las ansiedades suelen entorpecer, incluso, trabajos de calidad que no fueron revisados con el debido detenimiento u opacar un gran reporteo por haber privilegiado “dar el golpe” antes que el resto de los medios.
Otra de las dificultades que asoma con fuerza en el siglo que corre es la aparición de las fake news, un dolor de cabeza que se suma a las problemáticas planteadas en las líneas anteriores y que los periodistas han debido enfrentar constantemente, pues representan un símbolo de alerta en el que su ética es puesta en juego dada la peligrosidad de reproducir contenido que podría parecer verdadero, pero resulta ser falso. Si un profesional de la información no tiene cautela en este tópico o comete una infracción penada por ley, las consecuencias para su carrera podrían ser severas, sobre todo si no cuenta con un respaldo como el que le otorga el Colegio de Periodistas.
Todas esas muestras de peligros digitales son fáciles de contrarrestar si el comunicador logra tener presente que antes de formar cualquier tipo de investigación, debe recolectar los antecedentes necesarios para comprobar hechos. El uso de documentos, archivos, muestras audiovisuales, entrevistas a fuentes u otros recursos similares, servirán para respaldar un trabajo que no debería ser calificado como negligente ante los ojos de los colegas y la opinión pública.
De esa manera, además de utilizar estrategias como la jerarquización del hecho noticioso en asuntos que sí sean del interés colectivo y aporten un servicio directo a la comunidad, el oficio que Gabriel García Márquez definía como “el más bonito del mundo” logrará ser el bastión más reconocible del rigor comunicacional moderno y recuperar confianzas propias o extrañas que fueron arrebatadas con el pasar del tiempo.