LyS Sailing Tours impulsa programas de turismo inclusivo para personas con discapacidad cognitiva en la región de Valparaíso
La empresa, dirigida por Viviana Suárez, ha desarrollado cuatro versiones de tours adaptados para niños, niñas y personas con discapacidad cognitiva leve y moderada. La iniciativa enfrenta altos estándares de seguridad y la falta de articulación regional en políticas de inclusión.

La empresa náutica LyS Sailing Tours ha consolidado durante los últimos cinco años un proyecto de turismo inclusivo enfocado en mujeres, personas mayores y personas con discapacidad cognitiva leve y moderada, integrándolas en experiencias de navegación en el mar, lagos y ríos de la zona centro del país. La propuesta se ha convertido en una de las pocas alternativas adaptadas en la región de Valparaíso, y destaca por estar dirigida por Viviana Suárez, en una industria tradicionalmente masculina.
Según detalló Suárez, el principal desafío ha sido personalizar por completo cada una de las actividades para responder adecuadamente a las necesidades de cada participante. “El desafío ha sido generar programas absolutamente personalizados, privilegiando la cercanía y las necesidades de las personas”, explicó.
La directora añadió que otro elemento crítico ha sido cumplir simultáneamente con las estrictas normas de seguridad exigidas por la Armada de Chile, SERNATUR y las certificaciones internacionales que poseen. “Es una industria compleja, porque requiere una cantidad importante de elementos de seguridad. El desafío ha sido implementarla cumpliendo todos los estándares”, señaló.
Hasta la fecha, LyS Sailing Tours ha desarrollado cuatro versiones focalizadas de sus tours inclusivos y proyecta ampliar la iniciativa en 2026 a nuevas comunas. Actualmente, la empresa ya trabaja en coordinaciones con municipios como La Reina, Las Condes y Puente Alto, además de evaluar la apertura de nuevos programas para más territorios.
Suárez calificó como “absolutamente positiva” la experiencia con los participantes, destacando que las actividades les permiten explorar un entorno nuevo, fortalecer su seguridad emocional, practicar deporte y generar vínculos sociales en un ambiente natural más amable. Cada persona recibe un diploma de navegación en el océano Pacífico, reconocimiento clave para reforzar su autoestima y participación.
Los tours, que tienen una capacidad máxima de ocho personas, pueden recibir a menores sin acompañante dependiendo de la edad y del tipo de discapacidad, ya que los capitanes cuentan con capacitación específica para trabajar con usuarios con necesidades cognitivas leves y moderadas.
En cuanto a la respuesta de las autoridades regionales y locales, Suárez explicó que el avance ha sido lento, debido al contexto político y al recambio de autoridades municipales, lo que ha dejado varios proyectos en pausa. También advirtió sobre la falta de coordinación en la región en materia de inclusión: “Nos falta trabajar en conjunto y unificarnos para potenciar lo que se está haciendo. No existe una cadena colaborativa, y eso termina perjudicando a las familias y al ecosistema”.
Suárez profundizó en su mirada sobre los desafíos actuales en torno a la inclusión, especialmente en el ámbito cognitivo. A su juicio, hoy existe una confusión extendida respecto a qué entendemos por inclusión, particularmente porque gran parte del debate público ha quedado circunscrito al trastorno del espectro autista (TEA). Si bien valora la creación de una ley específica para personas TEA, advierte que el enfoque legislativo dejó fuera al 80% de las personas con otras condiciones cognitivas, quienes continúan sin un marco de protección equivalente.
La directora de LyS Sailing Tours también destacó que existen distintas organizaciones que trabajan por mejorar las condiciones de inclusión, sin que eso implique competencia entre ellas. Por el contrario, afirma que cada iniciativa aporta un “granito de arena” y que todas son necesarias para avanzar.
Sin embargo, Suárez identifica un punto crítico: la ausencia de una red colaborativa a nivel regional. Señala que, pese a los esfuerzos individuales, aún falta articular un trabajo conjunto que permita potenciar las capacidades de cada institución y así generar un impacto real en el territorio. La falta de coordinación, explica, termina afectando no solo a las organizaciones, sino también a las familias, a las personas y al ecosistema social que las rodea.
Con estas reflexiones, Suárez emplaza a la región a avanzar hacia un modelo más cooperativo, integral y sostenido en el tiempo, donde la inclusión se entienda como un proceso amplio, diverso y verdaderamente comunitario.





